Querer es un verbo con dobleces. No tan liso, no tan plano como suena. Cuando el cielo está nublado hay quien dice: «Quiere llover», aunque no tenga el menor sentido, porque solo las locas quieren correr bajo la lluvia. Quiere la que desea, la que tiene la voluntad de lograr algo y la que quiere pasivamente desde lejos. La que pretende: quiere. La que procura: quiere. La que oculta: quiere. La que provoca quiere un golpe ajeno. La que pasa por una pena de amor quiere llorar, pero no quiere eso, por supuesto. Nada es querido por la austera. Todo, por la ambiciosa. La mujer amable: ¡tan querida! Pero también la del comentario mal intencionado: ¡tan querida! Es querida la puta y la novia y la esposa y la monja y la madre y la hija. Y la tristeza y la alegría y la gata vieja de la casa. Es querida la casi amada y la que es amada intensamente. Querida: somos. Pero nos reconocemos encartadas en esa posición. Queremos, mejor. Queremos mucho. Son queridas, por nosotras, las películas. Queridas las series. Queridas las historias.